Lo primero que le llamó la atención de Ignacio Huang en Venezuela fue que debía levantarse a trabajar, todos los días, a las 5:00 am. En Argentina, país en donde vive desde los 11 años, se despierta casi al mediodía.
"En Buenos Aires los artistas somos más nocturnos, acá más tempraneros quizás por el tema de la inseguridad", cuenta el actor taiwanés, quien se encuentra en el país filmando la comedia El peor hombre del mundo, ópera prima de Edgar Rocca.
El cineasta venezolano, pupilo de Román Chalbaud, contactó a Huang a través de Facebook. Le mostró el guión y pronto empezaron a trabajar juntos. Por Skype, Elaiza Gil (quien debuta como productora en cine) le explicó al intérprete "con detalles" de qué disponía y de qué no para la filmación, algo que él agradeció.
"Una vez tuve el boleto de avión se lo mostré a mi familia y amigos, que estaban escéptica respecto al proyecto. Uno escucha muchas noticias -del país- y no sabe qué es verdad y qué no. Algunos toman la escasez de papel sanitario como un chiste. Nadie cree realmente que en este delicado momento se pueda producir una película en Venezuela", cuenta Huang con un peculiar español.
Su personaje en la cinta es un chino con acento argentino que dice que es venezolano, por lo que se hace llamar "Kelvin". Es el mejor amigo del protagonista, interpretado por Alexander Da Silva. Además de aprovechar el argot bonaerense, Huang hará lo propio con el caraqueño. Dice: "Epa, bicho, qué lo qué" y todos en el set explotan de la risa. "Eso es lo que quiero que ocurra dentro de la sala de cine, generar carcajadas al espectador. No dudo que la película sea un éxito", indica.
Sin embargo, Huang asegura que para él, como artista, es importante escoger personajes que no alimenten el estereotipo del asiático dado para la comedia, las artes marciales o el narcotráfico.
"Por mi aspecto físico me han llegado propuestas de personajes cliché todo el tiempo", se lamenta. "Kelvin no se queda en lo superficial, tiene su propio mundo, y su historia consigue una apertura e importancia suficiente dentro del drama de su mejor amigo", indica.
"Me ofende que en Argentina me llamen para hacer cosas cliché. Este guión me sorprendió porque sale de Venezuela y no del lugar donde yo vivo, algo que me hace pensar que las personas acá son menos prejuiciosas", agrega el actor, quien protagonizó junto con Ricardo Darín la galardonada película argentina Un cuento chino (2011).
Identidad
Ignacio Huang (Taipéi, 1980) fue motivado "inconscientemente" por su padre a vincularse al mundo artístico, pues cada vez que la familia se reunía, el señor Huang le pedía que cantara para todos.
Pero una vez de adulto, se formó como diseñador gráfico en la universidad antes de descubrir su vocación. Aburrido de lo que hacía, hace más de una década se inscribió en un taller de actuación que fue su primer paso para construir una exitosa carrera.
Empezó como extra y fue subiendo escalafones con personajes pequeños en teatro, televisión y cine, hasta que consiguió el papel en la cinta de Sebastián Borensztein, por ahora el más importante.
"Para una familia oriental, está mal visto que seas artista, porque se cree que son personas promiscuas, además de cometer otros pecados. Fue después de Un cuento chino que me aceptaron en mi familia y en mi comunidad", rememora el joven, que siempre carga una sonrisa dibujada en el rostro.
Los pasos que quiere dar ahora serán detrás del telón. Escribió y protagonizó la obra China Pampa, que recibió buenas críticas. Y hace días estrenó Rey Mono Vs. Madame Esqueleto, una pieza de títeres en la que se estrenó como director.
Pronto regresará a la pantalla grande argentina con la película La salada, de Juán Martín Hsu, que reúne tres historias de inmigrantes que laboran en el mercado negro de Buenos Aires.
"Es bastante trágica. Mi personaje vende películas pirateadas y quiere occidentalizarse, tener novia argentina, hablar como uno, etc.", agrega.
"Quiero dar a conocer el 'nuevo perfil del actor oriental. Hollywood no es mi meta. Quiero seguir creando desde mi experiencia y actuar, claro, porque el actor no tiene edad ni nacionalidad", sentencia.
Via: El Universal
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